Pablo Dreyfus, poemas
En esta oscuridad
con las manos heladas
distingo mi cara
Me veo abandonado en el infinito
Giuseppe Ungaretti
A Dalila
No te dije adiós, tú ya no estabas.
Guardo tu risa, guardo el candor, guardo tu voz.
No te dije adiós, tú ya no estabas.
Guardo la historia, guardo el rubor, guardo el coraje,
justo, feroz.
No te dije adiós, tú ya no estabas.
Guardo la estrella, guardo el color, guardo la rosa,
guardo tu Dios.
Enviado por Pablo Dreyfus
desde Ginebra (Suiza)
Martes 24 de noviembre de 1998
Publicado en la edición impresa de La Nación *
El almirante Caronte
Almirante de los trirremes del infierno,
jefe de los corsarios del miedo
fuiste el Caronte alado del frío azul del vuelo.
Comandante de la mentira,
teñiste de sangre negra
el blanco y el oro de la ilusión de los caballeros.
Almirante del infierno
tu nombre convierte en ángeles caídos
a los manchados defensores del mar.
Tu mar es un mar de sangre
derramada e inútil. Almirante de Satán
jefe de la horda de la ignominia.
Te entregaste al oscuro canto
de las sirenas del deshonor.
Patria Gringa
Sal de la tierra virgen
llegaron del agua negra,
las manos por capital,
la esperanza su pan.
Llegaron del agua negra,
sal de la tierra virgen.
Su profesión el arado.
Su religión, el trabajo.
Sal de la tierra virgen
llegaron del agua negra.
Canción del gaucho judío,
trova del gallego duro,
sangre de obrero tano.
Llegaron del agua negra,
sal de la tierra virgen.
Simiente que no es espejo,
religión que no es esfuerzo.
Sal de la tierra virgen
llegaron del agua negra.
¿Dónde está mi Patria Gringa?
Pablo y su mujer, Ana Carolina Rodrígues: «Eran un helado de crema y chocolate»
Pablo Dreyfus, Ginebra, 3 /VII /1996 al mediodía, inspirado por el fantasma errante y ciego del maestro José Luis. Manuscrito: ¿TE GUSTA? *
Varsovia
El enemigo terminó su rampa y preparó el ariete.
El tren esperaba humeante en el andén.
La nieve blanca se derretía.
Eleazar estuvo allí también. Aquel día.
Los carros de fuego entraron,
las flechas llovían.
Eleazar estuvo allí también. Aquel día.
Ninguna mujer que violar,
ninún niño que masacrar,
ningún hombre que rematar.
Tampoco Eleazar.
El tren partió vacío,
la nieve roja se derretía,
Eleazar estuvo allí también.
Aquel día.
2.-Por Pablo Dreyfus, con menos ayuda del maestro Jorge Luis de la que él piensa y algunos agregados del papá que lo felicita.
Quizás el original sea mejor. ¿Este te gusta?*
Varsovia (2)
El enemigo preparó el ariete
y subió la rampa
por la cual, sin gloria,
sus hordas oscuras
masacraban naciones
en las horas más oscuras
de la historia.
Pero, esta vez, lo aguardaba
la memoria.
La locomotora
esperaba humeante
y la nieve blanca en el andén
se derretía.
Eleazar estuvo allí, también.
Aquel día.
Cuando los carros
con vómito de fuego
la frágil muralla derritieron,
como de cera,
de una Babel con mil idiomas
pero una sola bandera.
Eleazar estuvo allí, también.
En la pelea.
Y cuando las hordas entraron
no hubo mujeres que violar,
ni un solo niño encontraron
ni hombres heridos
que rematar.
Tampoco a Eleazar.
La locomotora esperaba fría
que se llenara el tren,
mientras la nieve roja en el andén
se derretía.
Entonces, de las hordas oscuras
el sol del ocaso
brilló sobre las vías.
Eleazar estuvo allí, también.
Aquel día.
Pablo Dreyfus - Gabriel Dreyfus
Pablo Dreyfus
Nació en Buenos Aires al mediodía del 9 de enero de 1970.
Murió en la medianoche del 31 de mayo (o 1º de junio) de 2009 en el Océano Atlántico en la tragedia de Air France (Río-París) junto a su mujer brasileña Ana Carolina Rodrígues.
Eran un cálido helado de crema y chocolate.
Después de egresar de la escuela pública como abanderado, ingresó al Liceo Naval Militar Almirante Guillermo Brown, donde egresó con honores como Guardiamarina de la Reserva Naval.
En la UBA se recibió de Licenciado en Ciencias Políticas y en la Universidad de Ginebra se doctoró en Relaciones Internacionales.
Especialista en desarme, trabajó en las favelas de Río y en los lugares más tristes del mundo: Haití, Angola, las selvas de Bolivia y de Colombia...
Disertó en las principales ciudades del mundo y en la ONU.
Escribía documentos sobre tráfico de armas y de drogas y, en sus pocos ratos libres, algunos poemas.
Hablaba y disertaba en castellano, francés, inglés y un muy particular portugués.
Su trabajo, a veces, lo hacía llorar.
Pero luego se reía de sí mismo y de este mundo.
Era profundamente judío y fervorosamente católico.
Que su Dios lo acompañe.
* Notas dirigidas a su padre, Gabriel Dreyfus
Y los árboles y la noche
no se mueven ya
sino desde los nidos
(Giuseppe Ungaretti)
Montaje de fotos: Sandrine Féraud